En no pocas ocasiones hemos conocido casos de personas que dicen tener un poder especial, el poder sobrenatural de ver más allá de los acontecimientos venideros así como del pasado de una persona o de su presente, datos que son imposibles de saber y que, sin embargo, ellos conocen con solo vernos, tocarnos o hablar con nosotros sin llegar a tocar nada personal… ¿Cómo es posible?
La videncia es la capacidad que tienen determinadas personas se acceder a esas partes que nos depara la vida y que no conocemos ni sabemos ni, mucho menos, está a nuestro alcance, sólo de estas personas con esta especial sensibilidad.
La clarividencia es real y existe, hay casos muy especiales que nos lo demuestras y que, en cierta forma, nos hacen ver que más allá de mitos y leyendas sobre todo ello se esconde un mundo que nos puede ser de tremenda ayuda allá donde nadie puede llegar.
Testimonios y Opiniones
Un caso muy especial es el de un padre que tenía aquejada a su hija de una misteriosa enfermedad a la que los médicos no le daban solución. Pasó por los mejores especialistas del país pero nadie parecía saber que le estaba quitando, poco a poco, la vida a aquella joven que veía languidecer su vida. Análisis, pruebas, hospitales tras hospitales… La desesperación era cada vez mayor en la familia que veía como moría poco a poco.
Perdida la fe en la Ciencia poco quedaba por hacer, avocarse a los santos, a un milagro, pero el tiempo pasaba y jugaba en contra de ellos. Casualmente –si es que las casualidades existen…- alguien le recomendó que visitara a un vidente muy bueno que había en una localidad no demasiado distante de la capital. No había nada que perder, por intentarlo no pasaba nada, como mucho perderían el tiempo y ya lo habían perdido demasiado, así que cogieron su automóvil y se dirigieron hasta ese lugar.
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Al llegar se les hizo pasar a una salita donde se dispusieron a esperar a ser atendidos. No pasó mucho tiempo para ver salir de una puerta a un señor de tono amable, mayor, encanecido, sonriente: “Pasen por favor, disculpen la espera”. En una salita donde se sentaron todos les preguntó abiertamente: “¿Qué les trae a mi casa?”. Y aquel matrimonio, con la desesperación en su rostro, comenzó a narrarle lo que les sucedía en casa con su hija.
El hombre se tomó unos instantes, en silencio, reflexionando. Tras esos segundos que fueron eternos les preguntó: “¿Tienen en su casa un botijo o algo similar para beber?”. Los padres de la joven respondieron afirmativamente. “¿Beben todos de ese botijo?”… A lo que los padres respondieron: “No, sólo mi hija” y entonces, en tono complaciente, dijo: “He ahí la respuesta a su problema”.
No lo entendieron bien y le pidieron que, por favor, fuera más explícito: “Dentro del botijo hay un animal muerto que está envenenando el agua, presumo que tiene unas rejillas o algo que hacen que al llenarse el botijo no pueda salir nada y eso es un veneno permanente. Miren dentro y que quede vacío. Durante un mes den a beber estas infusiones y su hija recobrará la salud”.
Boquiabiertos y pensando que era una tomadura de pelo regresaron a su casa, se dirigieron inmediatamente al botijo que vaciaron y comprobaron con perplejidad como dentro había una salamandra venenosa en el interior, no sabían cómo había llegado hasta allí pero aquel vidente había dado de lleno en su predicción. Durante un mes tomó aquellas infusiones y recobró la salud.
La pregunta es: ¿Cómo es posible? Sólo si aceptamos las capacidades desconocidas del ser humano y que este fenómeno es real y existe.
Otro caso aplicable a nuestra vida cotidiana es el que podemos encontrar en otra persona que estaba cada vez más inquieta por la actitud de su marido. Desde hacía un tiempo regresaba más tarde a casa y estaba más cansado e inapetente en el terreno emocional y sentimental. Creía que podría tener una aventura pero no sabía cómo demostrarlo. Una amiga le dijo que visitara a una vidente del barrio y que decían “que era muy buena”.
Sin nada que perder decidió ir una tarde a probar. Les recibió en su casa y se sentó ante ellas, le pidió –sin saber quién de las dos chicas era la que iba a la consulta- que extendieran su mano derecha. Ella lo hizo, la tomó de la mano y apretó con fuerza. Entonces comenzó una tremenda demostración.
“Tienes un problema en casa, con tu marido, estás casada, tu marido se llama Jorge, hace tiempo que no estáis bien… Tú crees que tiene una aventura, un lío con otra mujer. Te puedo decir que está viendo a una joven compañera del trabajo que es el motivo de todas tus dudas y temores. Lo tienes fácil de comprobar… Tu marido tiene un traje oscuro de rayas diplomáticas, mira en el bolsillo interior izquierdo y verás cómo hay un estuche, un joyerito, ábrelo, verás una alianza en su interior con un nombre grabado que no es el tuyo. Cuando le preguntes te dirá que se lo guarda a un amigo, pídele la cartera y verás una carta con una declaración de ella a él”.
Perpleja salió junto a su amiga de aquella consulta sin creer lo que había oído, dispuesta a olvidar, pero aquella noche él llamó diciendo que llegaría muy tarde, las dudas asaltaron sus mente y fue al armario, buscó el traje que había usado el día anterior, era de rayas diplomáticas, palpó en el bolsillo, encontró un anillo, con un nombre –Marta-… Todo coincidía.
Al llegar lo habló con él y la excusa fue la anunciada por la vidente, entonces le pidió la cartera, él se la dio confiando sin recordar la carta y todo se consumó.
Nuevamente nos encontramos ante un ejemplo que la videncia es real y existe, que hay personas que tienen esa capacidad y pueden ponerla al servicio de otros seres humanos para ser de utilidad, orientarles y servirles de guía para ser un poquito más felices.